CASA II. La galería puede integrarse al espacio cerrado de la casa.
Un concepto. Cuatro obras. Un trabajo en serie que busca desafiar la idea sostenida desde cierta teoría arquitectónica de que cada proyecto debe generar un edificio nuevo, original y único. La serie Casas Mudas del estudio marplatense PAAAR (formado por Marcos Calvari, Leonardo Jáuregui y Leandro Zapata) es justamente un intento por desarticular ese discurso y reafirmar su creencia de que cada trabajo es el "punto y aparte de algo que continúa".
Concebida a partir de un proyecto con el cual el estudio ganó el Primer Premio del Concurso Viviendas Experimentales de Interés Social (organizado por Clarín ARQ en 2009), Casas mudas se establece en primer lugar en contra de la noción que brega por una arquitectura integrada a su entorno, a veces sin contemplar que ese contexto físico cambia con el correr del tiempo. Los marplatenese citan a Clorindo Testa, quien fue más que elocuente en su rechazo a esta idea: "uno puede hacer una obra que se preocupa por el borde, pero después viene un fulano que demuele, hace un shopping y todo se perdió".
La Casa Muda I fue el primer paso dado en esta serie, en la forma de un ejercicio teórico. Luego siguió la número II, que hasta el momento es la única que ha sido contruida. La III y la IV se encuentran actualmente en obra.
Casa Muda I
El proyecto que resultó ganador del Concurso Vivienda Social ARQ fue concebido, desde la frase que encabezaba su memoria descriptiva, como una idea provocadora: "esto no es una casa". Una vivienda evolutiva lineal volcada sobre el eje medianero, se dispuso que la etapa inicial de 55 m2 se colocara de manera tal que todos los crecimientos posteriores se hagan paralelos a la medianera. Los autores plantearon un prototipo de vivienda que también también tenía incorporado un espacio para trabajo. La perfilería metálica quedaba expuesta y funcionaba en un principio como pérgola mientras que dejaba lista las bases para un futuro entrepiso.
Casa II
La única vivienda construida hasta el momento, esta obra fue edificada en las afueras de Mar del Plata y cuenta con 85 m2. Un centro compacto que puede integrar el exterior y lo interior, lo privado y lo público, la casa trabaja sobre una reinterpretación de la galería como elemento de transición espacial. Mediante una serie de paneles puede abrirse el perímetro o cerrarse completamente. Según los autores, esto contribuye a "cualificar el espacio: puede ser opresivo, introspectivo, fluctuante o funcional, de acuerdo a las posiciones".
Esta idea de límites difusos también se ve representada en el interior, donde el dormitorio puede integrarse al lugar común también a través de paneles deslizables. Este espacio de uso intermedio a su vez puede integrarse completamente a la galería. "Los límites exteriores son duros y secos, pero en el interior hay una indefinicón que conforma lugares neutrales e inestables", explican.
Casa III
En sintonía con la casa anterior, los aspectos funcionales en este proyecto actualmente en obra se conciben en relación a su permeabilidad exterior. Nacida de una restricción financiera y espacial (el presupuesto era limitado y el terreno no permitía grandes extensiones en planta), la casa se desarrolla en planta baja y en un entrepiso, para lo cual hubo que elevar la medianera trasera. Los espacios se desarrollan de forma longitudinal: sector de trabajo privado, habitación para niños, estudio, etc.
Dado que los comitentes son dos artistas visuales, la premisa de los diseñadores fue reflexionar sobre la casa como sitio de experimentación cultural. La pared medianera de fondo será intervenida constantemente por los habitantes y por distintos artistas. La transición desde el exterior hacia el interior estará mediatizada por las exposiciones temporales plasmadas en este muro, foco de atención de todas las miradas que entran a la casa.
Casa IV
Esta vivienda (también en etapa de construcción) se organiza de forma radial, a diferencia de los casos anteriores. Todos los ambientes se disponen alrededor de un patio central, mientras que el exterior se mete a través de un pasillo que separa el quincho de la casa que desemboca en un jardín de invierno. Llamada Nido de hornero por los integrantes de PAAAR, el corazón de la casa evita "contaminarse" del contexto exterior imitando el comportamiento de los pichones de hornero, que se resguardan de los vientos patagónicos.
"En la falta de completamiento de una obra es que el espectador descubre su ontología y completa el sentido, generando una tercera sensibilización. El control absoluto de las cosas, el querer empaquetar y cerrar las cosas con un moño, el atornillar los muebles al piso hace que los trabajos no tengan diálogo con los usuarios o espectadores de las obras. Es más bien un monólogo arquitectónico", afirman los integrantes de PAAAR. Se entiende así la idea de que cada vivienda no está resuelta y es parte de la que viene. Un concepto inacabado y en continua experimentación.